lunes, 14 de septiembre de 2009

ORACION DE UN NUEVO EMPLEADO

(Por Edgar Camacho R)



Gracias Señor por el trabajo que me diste. Me has provisto del sustento que necesitaba. Te lo pedí mediante muchas oraciones y ruegos. Hice muchos ayunos, alboradas y vigilias. Siempre me dijiste: "Espera en mí, yo te sustentaré". Y eso hice, por eso cada mensaje que me dirigiste en cada culto era para mí un alimento a mi alma, mi fe siempre estuvo robustecida mientras oía tu Palabra. Ese alimento constante y diario de tu Palabra me alcanzaba hasta para compartir a otros, por eso te servía y era tu siervo fiel, compartiendo a otros de tu mensaje salvador y redentor, a muchos llevaba consuelo y ánimo y recibían de mi boca palabra fresca, porque todos los días yo podía ir a tu santo templo a llenarme de tu sabiduría y de tu Santo Espíritu.

Claro que estoy agradecido, mediante este nuevo trabajo he podido obtener un lugar de respeto y dignidad ante mi familia, aunque lo he perdido ante la iglesia, ante mis hermanos en la fe quienes siempre me ayudaron, con sus oraciones, con sus consejos, su amistad, su compañía y hasta materialmente también.

Ahora puedo tener tranquilidad económica, aunque en mi alma se desató una terrible tempestad. Mi alma te aclama. "Un poquito de Dios, por favor", un segundo en tu templo es mejor que muchos meses de actividad laboral. Ahora podré obtener libertad financiera, pues podré pagar todas mis deudas y comprar todo lo que necesito, y ya no tendré la pesadilla de mis acreedores a diario sobre mí. Aunque esos acreedores fueron quienes con su persecución y amenazas me llevaron a tus pies, Oh Dios, en una búsqueda desesperada por librarme de ellos, aunque ahora que ya estoy libre de ellos, caí en las cadenas pesadas de la soledad, pues ahora no me queda tiempo para buscarte y me he quedado solo sin las acostumbradas caricias de tu Espíritu, sin tu maravillosa Palabra que me llenaba el alma. Esta es una pesadilla peor.

Ahora me persigue mi conciencia, pues con quien estoy en deuda es contigo, ni de día ni de noche puedo acallar tu voz quien me cobra incesantemente que te retribuya con un poco de tiempo para estar en tu altar, como antes cuando no tenía este empleo. Tu voz me hace recordar que fuiste tú quien me supliste este sustento material, que ahora me impide servirte, me impide hacer lo que más me gusta sobre la tierra: trabajar para ti.

Esta bendición que me diste, pues sé que proviene de ti, en vez de convertirse en un instrumento para tu gloria y tu honra, pues ahora me has dado más recursos económicos para ofrendar, diezmar, pagar mis votos, la he convertido en una maldición, pues ahora menos me alcanza lo que recibo de salario.

Antes cuando no tenía el trabajo, vivía tranquilo, pues ni un centavo pervertía o desviaba y creía en la bendición de Dios y con ella vivía enriquecido.

En conclusión, Señor Jesús, gracias por lo que me has dado, aunque ello lo he convertido en una excusa para olvidarme de ti. No me culpes pues fuiste tú quien me lo diste. Amén.


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Cordialmente,




Ing. EDGAR CAMACHO R.
Misionero IPUC - Cali
Tel. (2) 6814183
Ce. 311 237 9041
E-mail: ipucversalles@hotmail.com
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